Editorial n.4
Este número está atravesado por viajes, mudanzas, migraciones, intentos de comprender lo incomprensible, de traducir, de inventarse estrategias para transitar la extranjería. Aunque podríamos decir que todos los números de una u otra manera hablan de lo mismo, de cómo la escritura nos ubica en un lugar inestable entre la pertenencia y la no pertenencia. De cómo darle forma y sentido al caos de la vida. Pero quizás en éste más que en los anteriores aparezca la noción de límites y fronteras, las preguntas por lo propio y lo ajeno, la guerra simbólica y material por los recursos naturales y los territorios que ponen en escena los textos de Pía Bouzas y Mercedes Araujo; las tensiones provechosas entre la lengua materna y las adoptivas como lo demuestran las experiencias de Léonce W. Lupette y Olja Alvir, de Adriana Vega Mackler y Matvei Yankelevich; el delicado vaivén entre la comodidad y la incomodidad en el diario de viaje de Daniel Tevini al norte argentino; la fuga de Mariana Komiseroff a Toay (La Pampa) donde funda una librería que deviene club de lectura y espacio de nuevas amistades. Y en calidad de lectora, escritora y librera Mariana nos recomienda la novela Como si nada llorase en el monte, de Ángeles Alemandi.
Hay otros desplazamientos más íntimos. Un viaje pospandemia con resonancias metafísicas en los poemas de Eloísa Oliva, como apuntes de un cuaderno que intenta retener un mundo en descomposición. Una mudanza repentina a Mar del Plata en la niñez y el descubrimiento de la enciclopedia Lo sé todo desemboca en pasión y salida laboral en el relato de Jorge Consiglio. En el cuento de Carolina Esses, una mujer de cincuenta años acompaña a su madre a vender ropa usada y en esa travesía del presente viaja al pasado, a las distintas versiones de sí misma, a la que ya no es, mientras la identidad se vuelve un signo de pregunta.
No podía faltar la voz inconfundible de Alberto Muñoz, que nos entrega dos piezas singulares, poema surrealista y epopeya moderna sobre los ojos amados.
Silencio se llama el ensayo de la fotógrafa peruana Lucero Alomia, el elegido de este número por nuestra curadora Noelia Monópoli. Un álbum familiar hecho de fotos ajenas para narrar y explorar lo no dicho de la historia personal. Las imágenes no pretenden ilustrar los textos sino sentarse al lado y entablar una conversación casual, como la que tenemos a veces en un lugar público con un desconocido.
Queridas y queridos lectores: esperamos que disfruten de esta nueva entrega y que nos compartan sus impresiones y comentarios.

Alejandra Zina (Buenos Aires, 1973)
Coordina talleres y clínicas de narrativa. Sus cuentos forman parte de antologías de Argentina, Uruguay, Brasil, México y España. Sus últimos libros son Íntima distancia (Dábale arroz, 2021), una serie de textos híbridos, y la colección de cuentos Hay gente que no sabe lo que hace (Paisanita, 2016). Desde 2006 hasta 2023 fue una de las organizadoras del ciclo Carne Argentina de lecturas en vivo.
Foto: Noelia Monópoli

Cecilia Ferreiroa (La Plata, 1972)
Vivió su infancia en el exilio, primero en Venezuela y luego en México. Coordina talleres de lectura y escritura y trabaja en programas de promoción de la lectura. Su último libro es la novela Nombre de familia (Emecé, 2025). Es también autora de los libros de cuentos Señora Planta (Blatt & Ríos, 2016) y La parte enferma (Obloshka, 2020). Integró la Antología Cuento Digital Itaú 2012 y publicó narraciones en diferentes revistas y suplementos periodísticos, así como algunas reseñas. Fue una de las organizadoras del ciclo de lecturas en vivo “Lecturas y Licores” en la librería Caburé de San Telmo.
Foto: Alejandra López

Noelia Monópoli (Mar del Plata, 1978)
Fotógrafa, docente y licenciada en curaduría en artes (UNA). Coautora del libro Momentos Nómades, un recorrido visual de Asia a América. Como fotógrafa ilustró tapas de libros de ficción y retrató a sus autores para diferentes editoriales (Paisanita Editora, Random House, Asphalte Francia, entre otras).

Tentadora presentación, felicitaciones. Maria Julia