#Escrituras

Ariadna Lasser

Vestuario

Por Alejandra Zina
Ahora que empecé las clases de natación me doy cuenta de que hace décadas que no veo mujeres desnudas. Ni las fotos ni las películas pueden transmitir lo que transmite un cuerpo real. Trato de que no se me note la curiosidad…

Ariadna Lasser

Las cosas de mi biblioteca

Por Cecilia Ferreiroa
Siempre pongo algo apoyado contra los lomos de los libros de la biblioteca. Me parece triste dejarlos pelados, son deslucidos y en serie, apenas varían en altura y en ancho y por lo general no tienen….

Ariadna Lasser

#LifeAsACyborg

Por Margarita Saona
Durante esos meses del verano septentrional del año 2016 que pasé en el hospital Christ con mis órganos vitales —el corazón, los pulmones y los riñones— severamente impactados por una arritmia fatal y funcionando gracias a diversas máquinas…

Ariadna Lasser

La bisabuela Noye

Por Agustina Rabaini
La imagen tiene el color sepia de un viejo pasaporte y salió de un documento del fondo de un cofre de mamá. «1925» se lee en el sello de la aduana sobre el margen de este retrato de tres: una familia japonesa recién llegada a la Argentina.

Ariadna Lasser

Crónicas

Por Osvaldo Aguirre
Un día en que visitaba a mis padres tuve una especie de revelación. Mis padres vivían en el campo, en el sur de la provincia de Santa Fe, y aquel día yo estaba leyendo Nadie nada nunca, la novela de Juan José Saer.

Ariadna Lasser

El Huicho

Por Quya Reyna
A mi papá no le agradaba el Huicho.
El Huicho fue un conocido personaje de la telenovela mexicana El premio mayor; un hombre de la clase trabajadora que se ganó la lotería y se convirtió en una persona rica.

Ariadna Lasser

Río Uruguay

Por Acheli Panza
Llegué temprano, bastante más que otras veces. Escuchar el anuncio del Río Uruguay y ver llegar el micro me trajo un alivio triste. Se habían cumplido un poco más de dos horas del mensaje de voz de mamá al grupo Hijas: internaron a papá, no podía respirar…

Liberación del elefante

Por Fabio Morábito

Esto tiene de peculiar el elefante: no puede saltar, no puede dejar de apoyar al menos una pata en el suelo, no sabe qué significa abandonar aunque sea por un instante la tierra, y puesto que no lo sabe, puesto que ignora la experiencia de volver ileso a la tierra después de un salto, no sabe si está vivo o no, y vive en un permanente estado letárgico.

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La insomne

Por Víctor Florido
Muchas veces me arrepentí de haber tapado figuras, aunque, de todos modos, me siento cómodo con la presencia que dejan los borrones, o las figuras entrevistas detrás de algún objeto.

Panteones

Por Ana Fornaro
Ana, ¿tenés un segundo? Te llamo; quiero decirte algo. Compramos un terrenito precioso ahí en un cementerio de la Costa de Oro. Es para que tengas un lugar donde dejar las cenizas después. Al final decidimos que nos vamos a cremar. No tiene sentido lo otro y esto era más barato. No, es un quilombo. Lo del panteón del Cementerio Central es un clavo. Hay que sacar como seis generaciones de muertos y además no se puede vender porque está justo en un lugar que es patrimonio histórico.

Abecedario ruso

Por Marina Berri
Cuando tenía catorce años leía a Tolstói, a Dostoievski y a Pushkin en las ediciones dudosas que encontraba por ahí. Las letras eran un trineo por el que me deslizaba lejos de mi habitación de Mercedes. Cuando cumplí veintisiete me fui de viaje a Perú. Iba en un colectivo con un libro de Maupassant en francés. En el asiento de al lado viajaba un dentista ruso. Hablamos en inglés. Me preguntó: inglés, francés, italiano, ¿por qué ruso no?

Un cuento sin palabras

Por Hernán Lucas
Después de vivir durante años en el piso 14 de una torre, me mudé a un pasaje de principios del siglo pasado. Casi al mismo tiempo, me hice papá de Azul. Después de desayunar, muy temprano, bajábamos al patio del pasaje (que es súper silencioso, aunque esté metido en el abrumador barrio de Once), nos sentábamos en el zócalo de alguno de los canteros y nos quedábamos por ahí hablando o jugando.

Escrito en el viento

Por Roberto Appratto
El recuerdo llega. “Y de pronto el recuerdo surge” como dice el narrador de En busca del tiempo perdido cuando, después de mojar la magdalena en el té por cuarta o quinta vez, rememora las casas, las calles, los campanarios, los árboles, la caminata por un lado y por otro, alrededor de una circunstancia del pasado, cuando también mojaba una magdalena en un té.

En blanco y negro

Por Eduardo Muslip y Alejandra Costamagna
Quiénes eran nuestros padres antes de ser nuestros padres. Es una pregunta que nos acompaña toda la vida. Nos cuentan anécdotas, heredamos cosas que les pertenecieron, miramos fotografías o filmaciones caseras y aún así, la pregunta persiste como un misterio sin resolver.

Batalla campal

Por Mariana Docampo
A mediados del 2023 estuve en medio de una batalla campal. A veces se da que vivís un tiempo largo de calma, en donde en apariencia no pasa nada y de repente salta a la luz el perro de tres cabezas, que había estado ahí agazapado todo el tiempo, pero vos no lo sabías. Desde hace casi dos años vivo en General Rodríguez, en un lote que me cedió mi mamá y donde construí mi casa, y los terrenos de al lado son de primos y tíos, que los tienen abandonados.

11.Takishi por Cecilia Ferreiroa

Takishi

Por Cecilia Ferreiroa
El asiento de la calesita donde estoy sentada es de madera y entro cómoda. Mi prima está frente a mí y también está sentada cómoda en su pequeño asiento. La calesita está quieta y nosotras estamos muy rectas en el eje vertical. No tenemos la inclinación de un movimiento reciente, que se acabara de detener, o incipiente, a punto de suceder, y al que quisiéramos darle envión. Estamos perfectamente quietas, y erguidas.

10.El poeta como traductor vacilante Philippe Jaccottet por Matias Serra Bradford

El poeta como traductor vacilante: Philippe Jaccottet

Por Matías Serra Bradford
Un sitio rocoso, de clima alpino, ubicado entre dos valles. No resulta difícil imaginar la vida de Philippe Jaccottet en Grignan, asentado en ese antiguo pueblo del sudeste francés hace más de medio siglo; tampoco es arduo imaginar el advenimiento de palabras a su papel: “Trabajo en este jardín, los poemas llegan a mi cabeza ellos solos.

8.Verano por LilaGianelloni

Verano

Por Lila Gianelloni​
Vladir salió de la casa con la pala de punta apoyada en el hombro y en la mano un gran pájaro muerto que traía agarrado de las patas. Todavía estaba oscuro. Atravesó un jardín de malezas y se paró frente al yuyal que rodeaba la casa. Puso el pájaro en el suelo. Clavó la pala en la tierra y sacó unos terrones negros que dejaban las raíces a la vista. La luna brillaba.

Jose Nicolini

La pausa

Por Inés Garland
Mi madre decía que a partir de cierta edad ya no se trata de agradar sino de no desagradar. A ella se lo decía su padre.  A partir de cierta edad era su manera de llamar a la menopausia. Jamás la oí decir esa palabra cuando era ella la que la atravesaba. Yo no estoy tan segura de que la menopausia se atraviese. Más bien diría que es ella la que nos atraviesa.

Jose Nicolini, Las que vencen

Saber que se tiene

Por Gloria Peirano
Tuve una gran suerte: el primer jardín verdadero que vi fue el de Diana Bellessi. Más tarde, leí. Leí esos versos que llevo conmigo, versos portátiles que se van aglutinando en la memoria en circunstancias diversas sin que medie voluntad: Tener un jardín, es dejarse tener por él y su/ eterno movimiento de partida. A los veintidós años, en pleno nomadismo de las emociones, ansié, algún día, construir un jardín así. A esa edad: nómade y cándida, también omnipotente. Tardé una vida en entender que un jardín no se construye.

Jose Nicolini, Las que vencen

Los perros y yo

Por Katya Adaui
Los perros unen a las personas. Eso dicen todos. Mi madre y yo, por ejemplo, nos comunicamos a través de los perros.
La primera perra que tuvimos con mi hermana fue Princesa. Se murió al parir. Nos permitieron quedarnos con una de las crías. La nombramos Mota.
Mota murió sobre los pies de papá –si hubiera sido un gato se hubiera escondido, en cambio buscó a su persona favorita– luego de comer el veneno para ratas que mamá había echado en la cocina.