Un cuento sin palabras
Hernán Lucas
Los hermanos se han unido
Después de vivir durante años en el piso 14 de una torre, me mudé a un pasaje de principios del siglo pasado. Casi al mismo tiempo, me hice papá de Azul. Después de desayunar, muy temprano, bajábamos al patio del pasaje (que es súper silencioso, aunque esté metido en el abrumador barrio de Once), nos sentábamos en el zócalo de alguno de los canteros y nos quedábamos por ahí hablando o jugando. Cada tanto, yo escribía alguna frase en el anotador de mi celular. Cosas que se me venían a la cabeza. No necesariamente sobre nuestra situación particular. A veces eran frases que decía Azul, por ejemplo: “un cuento sin palabras, para adivinar qué dice”.
De noche, después de comer, iba juntando esas frases. El criterio no era que armaran algo con demasiado sentido, sino que chispearan entre sí. Que apenas sugirieran.
A la vez, en el entrepiso de la nueva casa empecé a escribir unos textos sobre anécdotas o simplemente escenas ocurridas durante nuestras primeras incursiones en el pasaje. Con esos textos hice un fanzine con ilustraciones de mi cuñado. Se llamó Pasaje y lo vendí en mi librería.
Seguí trabajando en los poemas aquellos, haciéndolos un poco menos ensimismados, tratando de sacarlos de mi cabeza sin volverlos tampoco transparentes ni referenciales (al estilo de los textos del fanzine).
Un amigo, entonces, me sugirió una gran idea: juntar Pasaje y los poemas en un solo libro con dos partes. Después de todo, ambos habían surgido casi al mismo tiempo y en el mismo lugar: eran hermanos y, como dice nuestro poema nacional, “los hermanos sean unidos”.
Así, terminó de formarse Un cuento sin palabras (en realidad no sé si terminó, pero siento que ya está bueno pararlo acá). La primera parte es Pasaje, y la segunda, la de los poemas, se llama Pensativo. Ojalá haya conservado algo de esas primeras mañanas y de esas frases que nada que ver, a esta altura, atribuibles ya no sé a quién: si a Azul, a mí o al pasaje mismo.
Pensativo (selección)
Para explicar algunas cosas es necesario
desarrollar varios temas simultáneamente
En el pasaje hay muchos chinos
Hay frascos en la entrada de algunas casas
Hay hermosas flores
(sobre todo en las ventanas de los chinos)
Veo a mi hija dormida y le soplo muy suavecito en la cara
¿Qué será de ese viento en su sueño?
Todo libro tendría que tener un cementerio
al final
Chau, agua, dice
cuando el sol se mete en el mar.
Apoyo un espejo en el centro del living
y nos tiramos en la orilla
Desde ahí me mandás una carta que nunca llega
porque tu oso gigantesco la intercepta
pero tu muñeca china la vuelve a la vida.
La luna baja
a comerse una planta
Azul aprieta a su perro
con el sobaco
El perro profiere su típica
melodía
La luna sube sin cenar.
Tom y Jerry estrenan voz
Mirando la luna
se preguntan cómo
se hacen los huesos
y la imaginación
Alguien desde una ventana
les pide que se callen
Se quedan pensativos.
Hay un sol bárbaro y todo parece de cristal
Los nenes toman agua con una delicadeza infinita
Algunas vocecitas son
como lupas vertiginosas
sobre ciertos detalles
Una planta que espía
Una hojita que se cree baldosa
Un tigre azul que antes escupía agua
y ahora es un agujero en la pared.
El viejo ultra rubio
El peluquero, el actor
Los niños del pasaje
El vecino que se pasea como una garza
Las plantitas que se creen baldosas
El depósito de basura que amaneció carbonizado
Hoy pensé que había una palabra hermosa abandonada en la calle.
Dos azulejos conversan
y se cuentan cosas interesantes:
que las plantas adoran
y ocultan el lujo
que el dinero grita, reclama y susurra
como un pochoclo enfebrecido
que cuando la heladera deja
de hacer ruido
vivimos dos vidas
que las ratas llevan capa
que al pasaje le crece un doble
que Dios le da voz
sólo al que tiene dientes
de leche.
La gente que aparece en las fotos
no tiene que demostrar nada
Mamá, decís
¡Papá!
Y como en la foto estás durmiendo,
Shhhhh
para
referirte
a vos.
Hernán Lucas (Buenos Aires, 1974)
Librero, narrador, poeta. En 2007 abrió la librería Aquilea, en Corrientes y Ayacucho, del centro porteño. Co-dirigió, junto con Marcos Martínez, los documentales experimentales en video: Social, Edificio y Cámara fría. Co-coordinó los ciclos de lectura y música: Noches Humbert Humbert (junto con Lucas Soares y Esteban Bieda) y Función privada en librería Aquilea (junto con Leo Oyola). Publicó Una película vuelve a casa (2017), Dos gardenias (2020), el fanzine Pasaje (2021, con ilustraciones de Gustavo Berlin) y Música para librerías (2022), entre otros. En el transcurso de 2024 la editorial Caleta Olivia publicará Un cuento sin palabras.
Foto: Marcos Martínez
Chau, agua, dice
cuando el sol se mete en el mar.
¡Hermoso!
Chau, sol, hasta mañana.
Gracias, un abrazo!
Qué hermoso proyecto y qué bellos poemas de lo cotidiano. No sé por qué me hizo acordar a la película “Daguerréotypes”, de Agnès Varda, que muestra la vida y los personajes cotidianos de un día cualquiera en la Rue Daguerre, de París. Tal vez por lo del pasaje, sus chinos, sus plantas, etc. Esperando la publicación del libro. Saludos!
Muchas gracias por los comentarios! Reconfortan