Donde el amor se sella

Donde el amor se sella

Vanna Andreini

“Dos personas que se enamoran son dos infancias que se entienden mutuamente. Sin eso el amor no es gran cosa”, dice Philippe Sollers en el libro que escribió junto a su esposa Julia Kristeva, Del matrimonio como una de las bellas artes. Esta afirmación siempre me pareció tan hermosa como misteriosa: en un punto, lejos en el tiempo y en el espacio, dos infancias se encuentran y dos personas se aman en el presente.

Cuando Ale y Ceci me pidieron que les propusiera poemas para traducir, no podía no pensar en esta afirmación sobre el amor porque el encuentro entre un libro y su lectora también es una historia de amor. Se encuentran en las palabras, pero ¿cuándo se aman, cuándo resuenan sus infancias? ¿Por qué se ama un libro?

Dove non mi hai portata (Donde no me llevaste), Splendi come vita (Brillás como vida), los libros de Maria Grazia Calandrone, los primeros que leí, los que pude sostener entre mis manos, los que quisiera llevar siempre en mi mochila, para tener la sensación de su peso en el cuerpo, para sonreírles. Dove non mi hai portata, Splendi come vita, los libros a los que quisiera hablarles de mí, los libros de los que me enamoré.

La cronología de este amor es bastante reciente. A fines de octubre, mi hermana quiere regalarme un libro en italiano, no sabe cuál. Busco entonces los títulos de los autores finalistas del premio Strega 2023. Son varios. Dove non mi hai portata, me atraviesa el corazón, como una flecha. Siento resonar en él el título del libro de Pasolini Dov’è la mia patria que traduje hace años y al que estoy muy ligada afectivamente (esa es otra historia de amor). Dónde está mi patria, como una pregunta, o el lugar en el cual está mi patria. En italiano “Dove” -Donde- sirve para preguntar o determinar un lugar. No tiene un acento para marcar que se está construyendo una pregunta, por lo cual puede leerse como una oración afirmativa o interrogativa. Estoy en Argentina desde que era adolescente, tengo tres hijos y un compañero. He comenzado a escribir en castellano, el idioma que con los brazos abiertos esperó paciente que diera mis primeros pasos. El italiano, sin embargo, es un río subterráneo, es el que me acompaña día a día en el trabajo, es el idioma en el que puedo leer tranquila y oír lo que leo resonar en el pecho. Leer y escribir, ¿serán esas dos acciones las que deciden cuál es la patria de una? No hay escritura sin lectura, leer y escribir se aman y se enredan, ¿estará en el cuerpo de la escritura la patria entonces, un territorio atravesado por ríos subterráneos de palabras de otros, de palabras en otro idioma? Leer, escribir, ir de una acción a otra, traducir. 

Donde no me llevaste, las palabras vibran, vos, Maria Grazia, ¿dónde me vas a llevar?

Maria Grazia. Pienso un momento. Maria Grazia se llama mi madre, Grazia se llamaba su hermana, aquella niña que murió durante un ataque aéreo a un parque de diversiones en Grosseto y a la que mi madre vino a reencarnar. Ese libro quiero, ese libro me regala mi hermana.

“Cada cosa que vi de vos,/ te la devuelvo amada”, estos versos de la misma autora me abren la puerta, luego entro a la primera parte La materia prima, al primer capítulo, Si chiamava Lucia, y leo “(…) Escribo este libro para que mi madre se vuelva real./ Escribo este libro para arrancarle a la tierra el olor de mi madre”. Me siento tomada de la mano, siento la mirada amorosa de esas palabras y cómo mi corazón se acelera. Ya no te puedo soltar. ¡Vamos! 

Maria Grazia Calandrone, a los ocho meses de edad, fue dejada por sus padres en los jardines de Villa Borghese. Ella, una pequeña sonriente y sociable, sería rescatada, lo sabían, por alguien que pudiera mantenerla y educarla. No sería encerrada en un orfanato como tantos otros niños abandonados por trabajadores en graves dificultades económicas durante esos años allá, en Milán, donde ellos también habían ido ilusionados a hacerse de una nueva vida. Escapaban del pueblo aquel en el Molise en el que Lucía solo era una adúltera perseguida por la ley, la propiedad de un marido cruel e impotente. No, no sería encerrada en el orfanato porque para asegurarle un futuro distinto al suyo ellos habían viajado hasta Roma y habían elegido esos jardines. 

Mientras tanto, cumplirían un último gesto en este mundo, se ahogarían en el Tíber. Sí, ellos dos, amantes acorralados por la ley y la miseria, darían por concluidas sus luchas: Giuseppe, hombre maduro, sobreviviente de la guerra de Etiopía, albañil devenido constructor, apretaría la mano de la joven Lucía, niña estudiosa, joven incansable, belleza molisana obligada a un matrimonio por interés, aplastada por la sociedad patriarcal de una Italia atrasada y resistente a los cambios, y juntos entrarían en el agua como dos adolescentes que sellan su amor en la muerte. 

Antes, sin embargo, mandarían a la prensa de izquierda, que de trabajadores y de miseria sabe y no se burla, una carta, una confesión, una disculpa, una denuncia. 

Maria Grazia Calandrone poeta y madre va, con este libro, al encuentro con su madre biológica. Busca su sentir en la tierra en la que vivió, enlaza su historia con la historia de otras mujeres campesinas, con la de una nación que atravesó la más cruel guerra de todos los tiempos y una reconstrucción no menos cruel. La sostengo fuerte, le susurro que ya no voy a poder dejar este libro, subrayo sus palabras, señalo los poemas que marcan un pasaje, como si cambiara por momentos el cuerpo del texto, prosa, poesía, ¿cómo se dice un vacío tan profundo y superficial a la vez?, ¿cómo se habla del cuerpo de una madre suicida de quien sólo en el fondo de la memoria más antigua se tienen recuerdos? Dibujo corazones. Vuelvo a Kristeva y Sollers, trato de entender por qué me enamoré, pienso en mi historia, en ese puntito en el que mi vida se encontró con las palabras de Dove non mi hai portata. ¿Basta para estar enamorada? Me sumerjo en Splendi come vita, el libro que habla de la otra madre, la adoptiva, pero antes abro todas las ventanas posibles en mi pc, busco poemas, escritos, fotos de Maria Grazia Calandrone.

“Te acompaño con las palabras, porque con las palabras nací de vos”, “Soy hija de Lucía, morocha madre biológica, suicida en las aguas del Tíber cuando yo tenía ocho meses y ella era parte desde hacía veintinueve años del teatro del mundo./ Soy hija de Consolazione, rubia madre electiva, y por mí estrepitosamente decepcionada”.

Un libro maravilloso, una larga poesía construida por momentos de prosa, un diario íntimo, una confesión, un libro que sacude las formas, las palabras. Dónde está mi patria, me pregunto otra vez, ¿en las palabras, en los rostros, en la música de la infancia? Soy hija de María Grazia, madre italiana que siendo yo adolescente se fue dejándome acá, por suerte con un padre y una hermana, soy hija de Marita madre argentina a la que me enfrenté de muchas formas, pero que nunca dejó de apoyarme. 

Comienzo a traducir fragmentos de este libro para leérselo a mis amigas, a mis estudiantes. Comienzo a traducir este libro porque leo en italiano y escribo en español, porque necesito estas palabras. Comienzo esta traducción como comenzó este amor, no me detengo. Tomo las palabras y vuelco al papel la versión castellana. No puedo parar, tengo que llegar al final de la poesía, del fragmento. Respiro, me levanto, vuelvo. No, no hay tiempo ahora para releer. Hay una urgencia que se mueve en mi pecho, la urgencia del encuentro, la ansiedad del encuentro amoroso. No importa qué tan acertada sea la traducción o lo sean las palabras que elegí, las necesito, necesito que existan ahora, necesito que suenen en este otro idioma. ¿Se traduce como se ama?, ¿y una traducción así, sostiene los embates del tiempo, de la pasión? ¿Cuál es la palabra justa, la que me sugiere el diccionario, la que mejor suena junto a las otras, la que mantiene la extrañeza del original? Qué importa, me digo, igual seré juzgada porque la pasión no deja a nadie indiferente. Y si los testigos de este amor se sienten decepcionados, aún así habrán sido testigos de estas palabras y quizás por eso mismo busquen hacer sus propias versiones, quizás por eso busquen tener su propia historia con Maria Grazia Calandrone. “Le parole non servono a niente./ Abbiamo solo il tempo della vita, mamma./ Nient’altro./ Mi posso mettere vicino a te?” (“Las palabras no sirven para nada./ Solo tenemos el tiempo de la vida, mamá./ Nada más./ ¿Puedo estar cerca tuyo?”)

Selección y traducción de Vanna Andreini

SPLENDI COME VITA (2021)

Brillás como vida

Pero la vida nos ignora, ignora sobre todo los prejuicios y lo obvio. Todo cicatriza, sin que lo sepamos. Las heridas se abren y se cierran como valvas en el fondo del mar del olvido, los episodios sumergidos parpadean, mientras nuestra superficie actúa, compra una campera de terciopelo color borgoña, llena el tanque de nafta.
Mientras bajamos del colectivo con las bolsas de las compras el mar, abajo, mueve su medida gigantesca, maniobra sus palancas en el aceite azul del Tiempo.
Y nosotros, arriba, brillamos.
Y las palabras se despiden de nosotros, semillas esparcidas como constelaciones en el aire transparente de la mañana.
Las palabras recuerdan todo, aquello que no sabemos que recordamos. Por eso les confiamos la memoria. Para luego olvidar, más y más, volver a pasar la espátula sobre la cera de los días.
Y las palabras se despiden de nosotros, de la cera impasible de nuestros rostros, y activan las palancas submarinas de otros seres humanos, iguales a nosotros. Que brillan, a veces, como nosotros brillamos. Sin saberlo.

 

SPLENDI COME VITA (2021)

Splendi come vita 

Ma la vita ci ignora, ignora soprattutto i pregiudizi e l’ovvio. Tutto cicatrizza, a nostra insaputa. Le ferite si aprono e si chiudono come valve nel fondo del mare della dimenticanza, gli episodi sommersi lampeggiano, mentre la nostra superficie agisce, compra una giacca di velluto liscio color granata, fa benzina.
Mentre scendiamo dall’autobus con le buste della spesa il mare, sotto, muove la sua misura gigantesca, manovra le sue leve nell’olio azzurro del Tempo.
E noi, in alto, splendiamo.
E le parole vanno via da noi, semi sparsi come costellazioni nell’aria trasparente del mattino.
Le parole ricordano tutto, quello che non sappiamo di ricordare. Per ciò, affidiamo loro la memoria. Per poi dimenticare, ancora e ancora, ripassare il raschietto sulla cera dei giorni.
E le parole vanno via da noi, dalla cera impassibile dei nostri volti, e attivano le leve submarine di altri esseri umani, uguali a noi. Che splendono, talvolta, come noi splendiamo. Senza saperlo.

 

DOVE NON MI HAI PORTATA (2022)

Belleza que es veneno

Lucía mira
la piedra del sol sobre el grano, que rueda
amarilla sobre amarillo. Bajo el sol imperial de julio
el mundo parece hecho de pura luz
y en las mañanas límpidas se ve el mar resplandecer al final de la tierra

La distancia entre la chacra y la fuente
aumenta entre las oleadas de calor como un gran atasco. Lucía mira
costras de resina
donde la arteria madre del cerezo
se separa en ramas llenas de cordura
y sustancias, que rebalsan. Debería darle el veneno que resbala lento desde mi corazón, porque es veneno
también
mi vida

Lucía pasa con el burro
por el camino de la mula, va hacia la fuente de agua limpia, justo al lado del
bebedero donde Tonino

Lucía mira
la fluorescente langosta del atardecer
de cabeza en el misterio
detrás de las colinas, mira las sombras sobre el grano y la caramelización de los
granos de incienso de las aceitunas inmaduras sobre las ramas opulentas, entre
las gargantas
de los jilgueros hinchadas por el canto: Madre mía
dame la gracia, dame
muerte. En cambio, qué bien que lleva los años esta joven mujer de luz, este
pobre polvo que sabe a heno.

 

Bellezza che è veleno

Lucia guarda
la macina del sole sopra il grano, che ruota
gialla sul giallo. Sotto il sole imperiale di luglio
il mondo pare fatto di pura luce
e
nei mattini limpidi si vede il mare sbrilluccicare al fondo della terra

La distanza tra la masseria e la fonte
aumenta nella vampa come un grande inciampo. Lucia guarda
gromme di resina
dove l’arteria madre del ciliegio
si divarica in rami pieni di senno
e sostanze, che grondano fuori. Dovrei dargli
il veleno che mi scivola lento dal cuore, perché è veleno pure
la vita mia

Lucia passa con l’ asino
lungo la mulattiera, va alla fonte dell’ acqua pulita, proprio accanto all’
abbeveratoio dove Tonino

Lucia guarda
la fluorescente aragosta del tramonto
a capofitto nel mistero
dietro le colline, guarda l’ombra sul grano e la pralinatura dei granelli d’incenso delle olive immature sull’ ostenso dei rami, fra le gole
gonfie di canto dei cardellini. Madonna mia
fammi la grazia, fammi
morire. Invece, come se li indossa bene gli anni, questa giovane donna di luce, questa povera polvere che sa di fieno.

 

Roma
Donde no me llevaste

Parece que la muerte en el agua es la más dulce.
Dos
minutos, y todo es olvido.
Dos minutos y bajo el río las estrellas de tu tierra
las mañanas de tu infancia, la Pascua
y mamá que te deja dormir
con tu perro,
estoy yo que desde el futuro te miro
sumergirte despacio en ese espejo atómico,
en ese fin del mundo, y te miro
y te dejo
libre, te dejo
así sin remedio
y, para mí, busco sólo  aclarar
la soledad de tu materia
deshabitada.
Estamos dentro de una fuente de luz. Cada paso que doy hacia vos hace un ruido subacuático.
Espero que mientras te vas, Lucía, vuelvas a escuchar las campanas de la fiesta, que hacen llover abundancia y flores sobre el campo todavía dormido.
Espero que finalmente descanses.

 

Roma
Dove non mi hai portata

Sembra che la morte per acqua sia piú dolce.
Due minuti, ed è tutto oblio.
Due minuti e sotto il fiume ci sono le stelle della tua campagna
ci sono le mattine dell’ infanzia, la Pasqua
e mamma che ti lascia dormire
col tuo cane,
ci sono io che dal futuro ti guardo
calarti piano in quello specchio atomico,
in quella fine del mondo, e ti guardo
e ti lascio
libera, ti lascio
cosí senza rimedio
e, per me, prendo solo da chiarire
la solitudine della tua materia
disabitata.
Siamo dentro una vasca di luce. Ogni passo che faccio verso di te fa un rumore subacqueo.
Spero che mentre te ne vai, Lucia, risenti le campane della festa, che fanno piovere larghezza e fiori sulla campagna ancora addormentata.
Spero che finalmente ti riposi.

 

Roma
Lunes 28 de junio. Las cosas dejadas a solas

Ciertas criaturas con uniforme de policía ponen nuestras cosas en contacto con la mesa de la comisaría. Quizás  tienen piedad de ellas, las tocan con amor, mientras las introducen en la bolsita donde van las cosas de los muertos. Quién sabe cuántas veces ya recompusieron las cosas de los muertos, estos cuerpos en uniforme, que tienen que defenderse del grito de dolor que viene de las cosas que ya no son más que cosas. Quizás bromean entre ellos, quizás piensan en sus madres, mientras abren aquella carterita abandonada.

Roma
Lunedì 28 giugno. Le cose lasciate sole

Certe creature con la divisa da poliziotti mettono le nostre cose a contatto col tavolo della questura. Chissà se ne hanno pietà, se le toccano con amore, mentre le infilano nel sacchetto dove vanno le cose dei morti. Chi lo sa quante volte hanno già ricomposto le cose dei morti, questi corpi in divisa, che devono difendersi dall’ urlo di dolore che sale dalle cose che non sono più altro che cose. Magari scherzano fra loro, magari pensano alle loro madri, mentre aprono quella borsetta abbandonata.

 

IL GIARDINO DELLA GIOIA (2019)

Jardín de la Alegría

Cada cosa que vi de vos, te la
                        devuelvo amada
Toda la vida fue un ejercicio para volver
a tu cuerpo
caliente como la tierra

y sin embargo escribo desde la soledad
de vasijas de hueso
en cuencas de arena
cavadas
con los ojos de los monos que buscan reparo

cuerpos como
jarros dados vuelta
las palanganas del cráneo llenas de cielo

 

Giardino della Gioia

ogni cosa che ho visto di te, te la
                           restituisco amata

tutta la vita è stata un esercizio per tornare
al tuo corpo
caldo come la terra

eppure scrivo della solitudine
di cocci d’osso
in conche di sabbia
scavate
con gli occhi delle scimmie che cercano riparo

corpi come scodelle rovesciate
i catini del cranio colmi di cie

Maria Grazia Calandrone (Milán, Italia, 1964)

Poeta, escritora, periodista, dramaturga, autora y conductora de la Rai, directora de video-reportajes sobre la llegada de los inmigrantes y sobre Sarajevo. Coordina talleres de poesía en escuelas públicas y cárceles. Su obra ha sido premiada en varias ocasiones, obteniendo importantes reconocimientos como el Premio Strega, el Premio Napoli y el Premio Librex Montale, entre otros. Sus últimos libros de poesía son Il bene morale (2017) y Giardino della gioia (2019), las novelas Splendi come vita (2021) y Dove non mi hai portata (2022). Su poesía ha sido incluida en publicaciones de distintos países con traducciones a más de diez idiomas. Vive en Roma. 
Foto: Chiara Pasqualini

Vanna Andreini (Padova, Italia, 1970)

Licenciada en Letras y traductora. Ha publicado los libros de poesía Sirenas en la cama (2008), Salud Familiar (2015) y Fatebenefratelli (2020), entre otros, la traducción Donde está mi patria de Pier Paolo Pasolini (2008) y para las infancias publicó Perro y garza, con ilustraciones de María Elina Mendez y Dacuí, con ilustraciones de Florencia Bohtlingk. Poemas suyos aparecieron en antologías y revistas de Italia, Perú y México. Desde 2019 integra Poeplas, colectivo de poesía para las infancias, que organiza talleres y eventos junto a la editorial Mágicas Naranjas. Vive y trabaja en Buenos Aires, enseña italiano y da talleres de lectura en italiano.
Foto: Gaia Gordín

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